lunes, 18 de octubre de 2010

En la cama de un hospital...

...alcanzo a imaginar a mi amigo, doliente y sedado. La consecuencia de una noche larga, pasada por drogas, insomnia, música y compañías dementes -empezando por la propia-. "Estoy vuelto mierda, y me voy a hacer más mierda", dijo, consciente del impacto de sus palabras.

Después de cuatro meses de depresión, dos de ellos medicados, la consecuencia de ese tipo de noche es una cama de hospital si se tiene suerte. Puede resultar también en jamás despertarse.

Su visión negativa/realista/sustentada de las cosas, su recién encontrado descreimiento de Dios. Sus karmas.

"Estoy mejor después de hablar con ella", me dijo, recién la última vez que hablamos. Había tenido contacto con una amiga suya de fervorosa fe cristiana. Me contó cómo la chica le argumentaba que él estaba siendo "víctima de ataques del enemigo", y yo pensaba lo que ambos sabíamos: "si el enemigo somos nosotros mismos".

Mi amigo, ahora doliente en cama, me deja solo. ¿Qué se supone que voy a hacer?, ¿quién me va a hablar así?, ¿quién me va a entender o criticar tan francamente?

Del hospital volvió, ahora está en su cama. Ahora lo imagino. "Triste", recién me dijo que estaba.

¿Quién me conoce como este loco me conoce? ¿Será el mismo después de esto?

En la cama de un hospital es difícil imaginar a un amigo al borde. La fortuna sonríe si después de despertar de nuevo, nuestro amigo quiera seguir aquí.

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