martes, 13 de abril de 2010

Hermana Luna

Muchas cosas has debido vivir, tú, para ser cómo eres. Tal como a mí me ha pasado, y al resto de la humanidad. Nos construimos paso a paso. Pero tengo conflictos cuando pienso en ti: la manera en que muerdes la mano que te alimenta. Me mata la manera en que tus prioridades –teniendo un viso soñador- están regadas por el terreno de lo impráctico.

Soy un juicio de valor ahora, lo reconozco, pero he esperado tiempo para escribir estas letras y ya no aguantan más. Lo hago porque sé que te quiero, pero me angustia saber que no puedo compartir muchos de tus métodos o entender la mayoría de tus comportamientos.

Pocas cosas me hacen feliz como cuando me preguntas cómo voy, pero pocas me molestan más que cuando asumes que para pedir un favor se puede usar el imperativo y prescindir del “por favor”. Somos un ying yang. Eres expresiva, soy más bien retraído; eres explosiva, soy más bien controlado, y es algo que disfruto. En la diferencia está la magia de la raza, pero te digo sinceramente, que la manera en que atacas es grotesca.

Y tu hija, dividida en tiempos con su padre, adquiere lo lindo y lo terrible de ambos. Me gustaría creer que la pequeña es alguien tolerante, con sentido de justicia establecido desde pequeña, con sentido del agradecimiento, pero mal que bien eres su madre, y ¿cómo podrías enseñarle eso si tú misma no lo aplicas? Antes que nada tu hija es una bendición, un amor. Pero ya entiende uno a los tíos. Cuando joden por los sobrinos.

Es triste de ver, que te manipula tanto como tú a ella, tanto como tú al mundo. La adoro, las adoro, pero de soy consciente de que la convivencia con ustedes dos se da más fluida a kilómetros de distancia. Donde podemos hablar por chat, sin tonos, disfrazando nuestras diferencias de cordialidad… que no es mentirosa, pero que no refleja nuestras posturas frente a la vida, que no reflejan el conflicto que existe entre los dos.

Eso concluye la observación que me nace cada que nos encontramos.

Por tu lado asumo que tienes cosas que decirme; cuando tienes algo que decir y encuentras ese tono divertido –que me gusta creer es el verdadero tú, y me hace reír- soy feliz. La hermana que disfruto es real. Pero juzgo por mi condición: teniendo un hermano menor, muchas veces debo entender que él me debe sentir así, lejano, parte de mi propia película sin inmiscuirme demasiado en la de él.

Así pues, como lo digo siempre, te deseo lo mejor; espero algún día tengas un acto de redención para con quien quiso darte alas. Por mi parte, espero que un día te sientas orgullosa de mi, y me pidas -antes que cualquier otro- el favor de ser tu hermano.

No hay comentarios: